sábado, 7 de diciembre de 2013

Tierra libre sabado 7 diciembre 2913



Editorial para radio Fénix
 7/12/2014

DEMOCRACIA DIRECTA vs. DEMOCRACIA INDIRECTA


El sábado pasado, nuestra editorial versó sobre una pregunta básica: ¿Se puede hablar de democracia, cuando se votan leyes contra el sentir popular?
Veíamos que se hace caso omiso a la voluntad del pueblo. Dos ejemplos recientes confirman cuanto decimos: la ley de la marihuana y el apuro que tiene nuestro presidente para que se apruebe y se instrumente la ley ARATIRÍ y concluíamos diciendo que, de esta manera íbamos por mal camino imponiendo este tipo de cultura política que hace perder la credibilidad en el sistema político, cada vez más en decadencia. De ahí que somos partidarios de no silenciar los hechos que avasallan la democracia, y de hacer propuestas de cambio a esta estructura dominante, que no escucha la voz de su pueblo.
Bien decía José Saramago, escritor portugués “llegó la hora de aullar, si no queremos que quienes nos gobiernan nos pasen por arriba”. Hablar de democracia, en estos momentos se ha vuelto un tema de actualidad y vidrioso en la vida política del país. Hoy compartiremos con ustedes algo sobre la “democracia directa”, o participativa”, que muy pocas veces se nos ofrece la oportunidad de practicarla y la “democracia indirecta”, o sea la representativa o delegada, o como se la quiera llamar. Es la que conocemos y practicamos, porque se nos impuso como cultura política a través del tiempo y no requiere tanta explicación, y además tiene como base en nuestro país la obligatoriedad del voto, de donde se desprenden las autoridades que ejercen el poder, mediante la presente constitución. La democracia directa era practicada en la antigua Grecia y todos los ciudadanos participaban en el autogobierno de la ciudad; mientras que en las sociedades modernas se aplica la democracia indirecta, la representativa, que intenta hacer de puente entre la sociedad y el Parlamento pero no se logra porque priman los intereses de unos pocos; Dentro de este sistema nuestro, actual, sólo se aplica la democracia directa, cuando la ciudadanía es convocada por algún partido político, o cuando la ciudadanía se autoconvoca para juntar firmas para luego plebiscitar algo de interés común.
Este sistema político representativo -democracia indirecta-, en su funcionamiento actual, es vulnerable a las críticas de quienes entendemos que los mecanismos e instrumentos que se usan, son una perversión de la democracia; porque son una máscara, una parodia, debajo de la cual los intereses corporativos, se han apoderado del poder, manipulando nuestras instituciones políticas. Pero, usted que perdió la esperanza, no se desanime. No todo está perdido, si somos capaces de organizarnos y movilizarnos, sin banderías partidarias, para recuperar la democracia directa, a partir de nuestro entorno, de nuestras comunidades locales, en nuestros barrios donde las personas se conocen, comparten costumbres, valores, necesidades y situaciones económicas en general. La falta y exigencia participativa, en general, se debe a la poca formación cívica del ciudadano. No obstante, estamos viendo marchas ciudadanas, Juntas Departamentales de Tacuarembó, Paysandú, Florida, Lavalleja, San José donde los ciudadanos se movilizan en defensa de la tierra, del agua, del ambiente y de los bienes naturales. A esto súmele el reclamo a la Corte Electoral del conductor de Tierra Libre. Y ya se comenta que hay 11 departamentos que se están organizando para juntar 250 mil firmas para hacer un plebiscito, sin banderías partidarias, contra la minería metalífera a cielo abierto, el fracking y la venta indiscriminada de nuestra tierras, y preservar nuestra producción nacional en toda el área rural.
Apoyemos estas iniciativas de democracia directa para luego embarcarnos en algo mayor: la convocación a una Constituyente para cambiar esta nuestra Constitución por otra donde el pueblo tenga mayor control sobre los actores políticos y sus acciones, que hoy atentan contra el bien común.
A lo único que los políticos tienen miedo es a la gente que se organiza y se moviliza reclamando por sus derechos, porque entienden que la gente tiene conciencia de su responsabilidad ciudadana en los asuntos que le son propios, y es un camino de rebeldía que habrá que transitar contra este sistema dominante y perverso.
Nosotros sostenemos que este camino es posible siempre y cuando seamos capaces de recuperar la intercomunicación personal, el sentido de barrio, la vecindad, el “ágora”, las plazas y las calles que todavía son nuestras. A usted, la decisión última, unirse a esta nueva búsqueda de democracia, o a seguir con la situación actual.
En nuestra próxima entrega nuestra editorial será sobre “las estructuras partidarias”, principal enemigo de la democracia participativa.


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