jueves, 11 de mayo de 2017

Acuerdo por adjudicación de tierras entre integrantes de UTAA y el INC

Luciano Costabel (SdR)

Se llegó a un acuerdo entre los “peludos” de UTAA, que acampan frente al Palacio Legislativo desde principios de marzo, y el Instituto Nacional de Colonización (INC), por la ocupación de la unidad 49B, predio de 248 hectáreas situado a unos 30 quilómetros de la ciudad de Bella Unión. El acuerdo determina la desocupación del terreno, el abandono de la huelga de hambre y la búsqueda por parte del INC, de un módulo para la generación de sustento de las siete familias comprometidas. Pero el conflicto continúa.
A través de una reunión mediada por la Comisión de Trabajo del Parlamento, en la que participaron representantes de UTAA, el directorio de Colonización, algunos parlamentarios y Fernando Aguirre del PIT-CNT, se acordó la búsqueda de otra área con condiciones similares a la ocupada. La nueva fracción deberá tener cercanía con la ruta y contar con acceso a luz y agua para la generación de sustento por medio de la horticultura y la cría de animales. Pese al compromiso alcanzado, el predio sigue ocupado.

Rodrigo Herrero, integrante del directorio de Colonización, aseguró que se está esperando que los ocupantes entreguen la fracción y que se cumpla lo acordado. Por su parte, Ricardo Ferreira, dirigente de UTAA, afirmó que se comprometieron a levantar la medida de huelga de hambre y a hacer abandono simbólico del predio, pero que todavía no se desocupó por la aparición de nuevas condiciones en la entrega. “Querían que firmáramos un papel, allá en el instituto, con la entrega del campo, una cosa que inventaron ellos“, sostuvo. Aseguró que no había compromiso de firma alguna. Por otra parte, sostuvo que un legislador oficialista, perteneciente a la Comisión de Ganadería, Agricultura y Pesca del parlamento, les planteó la posibilidad de acceder a una fracción de 460 hectáreas ubicada a más de 150km de la Colonia Eduardo Acevedo. Frente a esta posibilidad, Ferreira aseveró que es una trampa. “La renta por hectárea son 900 pesos, 460 hectáreas en un año te da 480.000 pesos que tenemos que pagar. La trampa es que te dan cosas, pero ¿cómo vos después agarrás esa brasa caliente?“.

Sobre el proceso en el que se encuentra el campo. Herrero comentó que está en una causa judicial, con el juez citando a declarar a algunos de los ocupantes. Pero que se acordó que si se entregaba el campo, “nosotros comunicamos al juzgado que ya no estaba ocupado, para así cerrar la causa“, sostuvo. La unidad ocupada fue adjudicada en 2015 a un productor de esa zona, que tiene animales en la calle y posee una inseguridad de tenencia importante. En octubre de ese año, el adjudicatario no pudo acceder a las tierras debido a que un pastoreante que tenía un contrato de un mes y medio (le permitía utilizar la tierra mientras no era adjudicada), no entregó la fracción. Frente a dicho incumplimiento, el INC inició un proceso judicial. Antes de la definitiva entrega del predio, el grupo de UTAA “Seu Pedro Bandera Lima”, ocupó.

La política del prócer

Dentro del despacho de la presidenta del INC, Jacqueline Gómez, se lee al pie de un mapa que muestra las Colonias e inmuebles del INC en Uruguay, la frase: “Que los más infelices sean los más privilegiados”, consigna artiguista en la que basan sus objetivos. El instituto se creó en 1948, posteriormente al asentamiento de sus bases en el Congreso Nacional de la Colonización, organizado por la Comisión Nacional de Fomento Rural, en 1945.

Colonización tiene como fin un reparto más equitativo de la tierra. Su objetivo se realiza mediante la compra de hectáreas a particulares; tras un proceso de selección, se adjudica. Según explicó Gómez , el proceso de adjudicación para los colonos es totalmente técnico. Los interesados deben presentar una propuesta de trabajo para una unidad específica, los recursos con los que cuentan, las características que tiene la familia y cuáles son sus ingresos. “Eso se compara entre todos los que se presentan a esa fracción, se hace un proceso de selección, y llega al directorio, previo a una entrevista en profundidad en su lugar de trabajo, o en su lugar de vivienda“, sostuvo. Entre 2015 y 2016 se hicieron 120 llamados públicos por parte del INC y solo en 2016 se adjudicaron más de 13 mil hectáreas, permitiendo a 250 familias acceder a tierras.

Consultada Gómez sobre la situación de las familias ocupantes se preguntó: “tenemos a 1500 familias que se presentaron en 2 años a los procedimientos normales del instituto, entonces: ¿por qué estas familias que nunca se presentaron pueden tener más derecho que las otras 1500?“. El departamento de Artigas representa el 13% del total de tierras que posee Colonización, con 66.584 hectáreas. Desde 2005 se compraron 4 mil 500, de las cuales más de 2 mil fueron acordadas directamente con las organizaciones de trabajadores de la zona.

En base al libro “El acceso a la tierra en cuestión: Dependencia y autonomía en la Colonia Raúl Sendic Antonaccio en Bella Unión“, se desprende que el INC posee más de 600 mil hectáreas en todo el país. Desde su creación hasta 2012, adquirió más de 400 mil, aunque solamente entre 1948-1984 compró más de 306 mil. En el período 1985-1989, sumó unas 5 mil ochocientas más. Entre 1990-1999, se adquirió una cantidad mayor a las 22 mil hectáreas y entre 2000-2004, época marcada por una fuerte crisis económica, sólo 45. Con la llegada del Frente Amplio al gobierno, el Instituto Nacional de Colonización retomó la activa política de compra de territorios, y en siete años, entre 2005-2012, sumó más de 80 mil hectáreas.

Bajo la presidencia de Jorge Batlle (2000-2004), hubo una intención, por parte del gobierno, de cerrar el INC. En ese período sólo 45 hectáreas fueron adquiridas por parte del instituto. La iniciativa contó con la resistencia de UTAA y de otras organizaciones de trabajadores de Bella Unión, ya que los cañeros, a pesar de mantener diferencias ideológicas en cuanto a la forma de distribución de tierras, entendieron el valor de la entidad estatal. Al final, la idea no prosperó.

Reforma o revolución

Rosa Luxemburgo, dirigente del Partido Socialista Alemán, a fines del siglo XIX, expresaba: “La reforma legal y la revolución no son distintos métodos de progreso histórico que puedan elegirse libremente en el mostrador de la historia (…), sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases, que se condicionan y complementan entre sí“. De esta forma, no se niega el aporte del Instituto de Colonización en cuanto a reformas puntuales con el objetivo de mayor acceso. Pero en este marco, la lucha de UTAA busca la superación de un modo de producción capitalista, y no simplemente su estabilización.

No era de extrañar que para la sociedad capitalina uruguaya, dividida entre la proeza de la revolución cubana y el espanto del avance del comunismo, la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas naciera quizás el 3 de septiembre de 1961, cuando se realizaba la primera asamblea de los peludos, cerca de CALPICA, una planta industrializadora de caña de azucar. En 1962, en Itacumbú, cerca del puente sobre la Ruta 3, se armó un campamento; para sorpresa del mayor de los desprevenidos sobre las circunstancias del país, en la tarde-noche del 3 de abril, cuando luego de ocupar CAINSA -otra planta azucarera- los “peludos” y Raúl “El Bebe” Sendic obligaban a “míster Henry” a pagar las deudas con los trabajadores. Sin importar el grado de ignorancia geopolítica, o la verdadera fecha exacta del nacimiento, queda claro que a principios de los 60′ se formó un grupo de trabajadores que, acostumbrados al sufrimiento y la pobreza, se lanzaron a la conquista de sus derechos.

Un mes más tarde, agobiados de rutina y explotación, los peludos decidieron marchar. El primero de mayo de 1962, 216 peludos junto a sus compañeras e hijos caminaron hasta Montevideo. llevaban un anteproyecto de ley que esbozaba las condiciones de trabajo esperadas para los peones cañeros. No prosperó en el Parlamento. Los cañeros regresaron a Bella Unión con el calor de lo ocurrido en el local de la Confederación Sindical del Uruguay (CSU). El “Bebe” propuso la ocupación de los latifundios Silva y Rosas, de más de 30 mil hectáreas, y se resolvió, por asamblea, que UTAA reclamaría al INC la expropiación de dichos latifundios. En el libro “Sendic, acción y legado”, Samuel Blixen explica que: “cuando (Raúl Sendic) propone la ocupación de Silva y Rosas, está proyectando maneras de instalar el debate sobre reforma agraria (…)” y agrega que quería generar “el impulso de un movimiento de solidaridad que pudiera revertir la división en la izquierda”.

El 11 de marzo de 1964 llegó a Montevideo la segunda marcha realizada por los cañeros, bajo la consigna “Por la tierra y con Sendic”, y quedó marcada por la confrontación con el Partido Comunista y por los choques con la policía. El 7 de mayo se generaron incidentes en las inmediaciones al Palacio Legislativo entre peludos y la policía. Resultó herida de bala una de las cañeras.

En febrero de 1965 salió la tercera marcha de unos 250 peludos. El 8 de abril el gobierno instaló las Medidas Prontas de Seguridad y limitó a 24 horas el derecho de reunión. Esta marcha y la siguiente, en 1968, evocaron a los mártires de la lucha por la tierra y la identificación del sindicato con la acción directa. La quinta y última se realizó en 1971 y es recordada como la anterior a la guerra, en referencia a la militarización de Bella Unión en 1972 y al golpe de Estado de 1973.

Casi medio siglo después de la marcha del 71′, la lucha por la tierra continúa. Ya no está el “Bebe” ni la mayoría de los peludos que, cansados de tanta injusticia, decidieron sublevarse. Tampoco hay palos en las inmediaciones del Palacio Legislativo, ni locales prendidos fuego y el fervor naciente en los 60′ ya no se siente en las calles. Sin embargo, aunque los tiempos cambian, las reivindicaciones no caducan ni se pierden con las nuevas generacionales.

Ney Thedy tiene 77 años. Forma parte del grupo que desde marzo acampa frente al Palacio Legislativo y es unos de los peludos de las emblemáticas marchas del pasado. Cuando habla, todo el que está en la vuelta presta atención. Con una voz que raspa la garganta, expresa, “Tengo entendido que la lucha por la tierra nunca termina, no se abandona ni se puede abandonar. Si se bajan los brazos nunca va a haber tierra para los pobres”. Con un ideal inamovible, Thedy se une a la lucha de sus compañeros y es uno de los integrantes que estaba en huelga de hambre, pese a que es adjudicatario de una fracción del INC. Sobre la relación con el actual gobierno, comenta que esperaban otra cosa, porque los que integran el gobierno saben cómo es la situación en Artigas. “Nosotros les dimos el voto y resulta que ahora están haciendo todo al revés”; y agrega, con cierto dejo de rencor, que “a los compañeros les metieron un cuchillo en la espalda los frenteamplistas que ahora están gobernando”.





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