Rogelio Snaider
“la política es muchas veces la diosa de la
ironía,
cuando los partidos, al hacerse del poder
reniegan de sus
principios fundacionales”.
La política, tratada como alienación, tiene
mucho que ver con el tema de referencia y con nuestra educación cívica,
incluida en “educar para la vida”. Separamos un
tema de otro para una mejor comprensión de los procesos y del estado al
que hemos llegado y de sus por qué. Somos conscientes que no es fácil digerir
que la política es muchas veces la diosa de la ironía y fundamentalmente cuando
quienes ostentan el poder han renegado de sus principios fundacionales, bajo el
pretexto que se quiera invocar, como por ejemplo, palabras hoy de moda
“pragmatismo”, progresismo”.
Estos procesos fueron anulando las decisiones políticas
ciudadanas, para caer en el pozo donde estamos. Por algo la historia sigue
siendo la maestra, cuando sabemos recuperarla y no usarla a nuestro antojo y
conveniencia.
Con un poco de observación podemos darnos
cuenta como la ciudadanía ha perdido el concepto de “política” al alejarse de
lo “cotidiano”, de los problemas de su barrio, de su ciudad, de su país cayendo
en las garras por las disputas del poder.
Pero, ¿cuándo empezó a despolitizarse el
ciudadano?, se estará preguntando usted, que poco y nada le importa hoy la
política?
Muy sencilla la respuesta y siempre
buceando en la historia, podemos afirmar que se dio cuando la actividad
política se institucionalizó, cuando la “res pública” se transfirió a manos de
los políticos por encima de la sociedad, creando una división entre gobernantes
y gobernados, dominadores y dominados, entre dirigentes y dirigidos. Esta
situación creada interesadamente por los políticos, promueve, y quien pude negarlo,
una ciudadanía amorfa, institucionalizada, donde la participación ciudadana se
reduce a un voto cada cinco años de una representación política, que en muchas
ocasiones solo representa a un sector, caso reciente la elección de nuestra
intendenta y de los alcaldes, donde ya ni siquiera el voto representa a nadie.
Hoy su propio desinterés por la política
favorece esta despolitización dejando en manos de quienes se sienten dueño de
la política, que pasa por manos de los partidos y de quienes ostentan el poder.
Nosotros desde estas páginas le hemos
acercado una serie de temas tendientes a ayudar a nuestra formación cívica y
política, lamentablemente hoy usada y desvirtuada por los propios interesados
en la política.
Nuestra representación política, cada vez
se aleja más de lo cotidiano, aunque traten de vendernos espejitos de colores y
hacernos creer que nosotros somos los responsables de nuestro medio ambiente,
de nuestro barrio, de nuestra ciudad, en definitiva de nuestro país por el solo
voto que emitimos cada cinco años. ¡Vaya democracia! ¡Vaya política!
Una cosa son la verborragia de los
políticos ofreciendo soluciones, que se dilatan en el tiempo y otra cosa son
políticas encaminadas a la solución real de los problemas de la sociedad.
Siempre en manos de nuestros “tutores”, de lo que nosotros “mandatamos”, que
siempre terminan haciendo lo que ellos quieren, en nombre del “progreso” y no
lo que la ciudadanía demanda. Hoy está de moda el decir “hay que revisar el
pasado, nuestra ideología, nuestros principios y acomodarlos al presente”, que
no es otra cosa que renunciar a nosotros
mismos, a nuestro ser nacional, en aras a la globalización.
De seguir así ¿a dónde llegaremos, si ya
hemos entregado una tercera parte de nuestras mejores tierras al extranjero,
abrimos nuestras puertas a las multinacionales y seguimos mercerizando nuestras
empresas estatales?
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