La
decisión de la FIFA respecto a Luis Suárez, dio para comentar en el ámbito
deportivo uruguayo y despertó pasiones inusitadas en la sociedad uruguaya,
porque Uruguay fue afectado, de lo contrario nadie hubiese dicho nada sobre su
uso y abuso desde que la FIFA es FIFA.
Es
lamentable que tengan que suceder estos hechos, si bien deportivos, para que
despertemos de la injusticia que desde hace años se viene cometiendo en la
FIFA.
No sólo
involucró a la prensa en general, uruguaya y mundial, tomando partido, sino que también se involucró el Poder
Ejecutivo en la persona de nuestro Presidente Mujica, quien luego trató de
justificarse diciendo “como jugador genial, a veces parece un chiquilín de
barrio” y otras aberraciones impublicables.
Esta nota
pretende ir más allá de enojos, reproches y dislates que se han dicho al
respecto. A distancia del hecho y con la sangre más fría,
cuando las voces del mundial se están acallando y la pasión deportiva se
enfría, porque nuestra selección quedó al margen del mundial, como otros tantos
equipos de primerísima línea, caso Italia, Inglaterra, México, para nombrar
algunos, sólo pretendemos reflexionar junto a nuestra gente.
No
siempre se toma conciencia que cuando el poder se ejerce por el
poder mismo, no como servicio, se cometen aberraciones y se han cometido y se
siguen cometiendo desde que la historia es historia. Quien no recuerda la
esclavitud egipcia de los Faraones, el atropello del Imperio romano, las
aberraciones de las dictaduras entre otras tantas, donde el abuso del poder se
impuso por el poder mismo.
Pero, por
algo la historia es maestra.
Más allá
de lo acontecido con Luis, criticable en todo deportista que se
precie de tal, esta situación nos lleva a una reflexión que supera los límites
del fútbol y de la FIFA: el poder sobre
el poder, que se ejerce en los distintos ámbitos sociales y políticos, con hechos
que a diario golpean a nuestra sociedad uruguaya, sin que la prensa se haga eco,
ni que por ello, nuestra sociedad se movilice ni se agite, como lo ha hecho en
esta circunstancia.
Es
increíble lo que puede la pasión del fútbol, mover a más de un 50% de una
sociedad que sigue adormecida en los problemas que a ella misma le afecta.
El poder
por el poder tiene muchas caras, pero siempre se manifiesta de una forma u
otra, porque es ÉL y nadie más. Está presente en los individuos, en la
sociedad, en la política, en la economía y a veces hasta en la propia Justicia,
cuando ésta judicializa a las movilizaciones sociales, cuando imparte justicia
diferente entre poderosos y pobres, e inclusive cuando cierra los ojos ante hechos
de corrupción del poder político.
Estas son
las caras más visibles del poder por el
poder, donde no escapan ciertos individuos que con la careta circunstancial
de un cargo gubernamental se adueñan de la verdad como absoluta. Tampoco
escapan ciertas clases sociales ni corporaciones políticas o gremiales que se
adueñan de ella. Y qué decir de una élite partidaria o de ciertos políticos que
menosprecian a los ciudadanos, que hacen caso omiso de sus reclamos, y que de
un plumazo a través de leyes los desaprueban, tal el caso de 64 profesionales
universitarios que demostraron la inconveniencia de UPM ex Botnia, o de los
análisis científicos ambientales que advierten sobre los perjuicios de ARATIRÍ,
del Puerto de Aguas Profundas y la regasificadora,
etc…
Y
finalmente, el poder por el poder se manifiesta por la economía, por medio de
un sistema que sacrifica el bienestar social por la riqueza de unos pocos privilegiados,
en una distribución injusta de la riqueza.
Como
vemos, el poder por el poder no está solo en la FIFA, aflora en cualquier
sistema de gobierno donde el dinero y quien lo posee es el que manda y en todos
los órdenes de sujeción a los principios capitalistas. Es la esencia de este
sistema que hoy padecemos como uruguayos.
Lo bueno
sería que, ante todos los hechos donde se aplica EL PODER POR EL PODER,
tuviéramos la misma reacción que se tuvo con la FIFA. Esto nos daría un impulso
para dejar de depender de este tipo de gobierno, donde las corporaciones partidarias
tienen sus nidos.
Hasta que
los ciudadanos no asumamos que estamos siendo objeto de grandes mentiras y de
grandiosas estafas políticas, tendremos reacciones como las que vivimos contra
la FIFA, sin advertir que las que en realidad nos perjudican suceden a diario y
dejan secuelas humanas más importantes.
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